sábado, 12 de marzo de 2011

La entrevista periodística

Podría decirse que la entrevista es como una conversación entre dos personas, conocidas o no, en la que una interroga sobre uno o varios temas y espera que la otra dé respuestas --tal vez íntimas o comprometidas— que no hayan sido reveladas a otra persona. Hasta aquí, la definición se aplicaría no sólo a la entrevista periodística sino que podría extenderse a otro tipo de entrevistas, como las laborales, judiciales, etc.

El periodista Jorge Halperín, en su libro “La entrevista periodística ”(Paidós. 1995), define a la entrevista como la más pública de las conversaciones privadas, ya que desde lo formal, funciona como un diálogo privado: exige proximidad, intercambio, presencia desde lo personal, cierto clima de intimidad; pero sin embargo sabemos que está construida para el ámbito público.

Es una conversación en el que el centro del diálogo es uno de los interlocutores, el entrevistado, de quien el entrevistador debe conseguir las mejores respuestas posibles. Existen distintos tipos de entrevistas, que estarán determinadas por el perfil del entrevistado y el medio para el que trabaja el periodista.

La actitud del periodista debería ser la de pasar desapercibido para que pueda lucirse el entrevistado. Y el oficio del periodista, la inteligencia de sus preguntas es lo que marcará la calidad de las respuestas, aun cuando el entrevistado resulte difícil de entrevistar, o sea consultado de manera permanente, por lo que se dificulta encontrar una pregunta que no haya sido hecha antes.

En este sentido, la construcción de la entrevista es casi un trabajo artesanal, en el que el oficio, la sensibilidad y la profesionalidad de quien la realiza hará que se trate de una entrevista más o, por el contrario, que logre desnudar el alma del entrevistado --en el caso de una entrevista personal-- o aquella declaración que provoque una noticia, si se trata de una entrevista política.

Partes de una entrevista

La entrevista puede dividirse en tres partes fundamentales, que determinarán el éxito del resultado: el antes, el durante y el después de la realización.

El antes tiene que ver con la preparación de la entrevista. La selección del entrevistado, en primer lugar. Un entrevistado puede elegirse por varios motivos: porque es famoso, porque es representativo de algún tema, porque es un personaje interesante, porque está ligado a una noticia, porque sabe sobre un determinado tema o por sus ideas. El periodista debe ser consciente de las razones por las que ha sido elegido su entrevistado y --sobre todo-- lo que espera lograr con esa conversación. Esto puede ser: conseguir una revelación, que realice una denuncia, mostrar una faceta desconocida de un personaje conocido, que se explaye en un tema que resulta de interés para la gente o tal vez, mostrar su personalidad a través de la entrevista.

Una vez definido el objetivo de la entrevista, deberá comenzar una minuciosa tarea de archivo. Buscar abundante información sobre el entrevistado es fundamental a la hora de organizar la entrevista. No es aconsejable realizar una entrevista improvisada. Se pueden –de hecho, siempre sucede— agregar preguntas en el momento de la entrevista, pero es recomendable llevar redactadas, al menos diez preguntas para hacerle al entrevistado acerca de varios temas y sobre todo conocer sobre el entrevistado.

De esa manera podrá improvisarse con el entrevistado enfrente, repreguntar –instancia fundamental en la entrevista—y moverse con tranquilidad en el momento de la charla.

A la hora de preparar las preguntas, hay que tener en cuenta algunos requisitos para que la pregunta sea interesante y le permita lucirse al entrevistado.

 Por ejemplo:
· Que sea clara.
· Que invite a contestarla.
· Que sea abierta.
· Que permita profundizar sobre el tema del que se habla.
· Que invite a lo nuevo.
· Que invite al entrevistado a explayarse, etc.

En otras ocasiones, cuando la intención es entrevistar a alguien por los conocimientos que posee sobre un tema en particular, no es tan importante conocer sobre él como sobre el tema. Si, por ejemplo, hay que entrevistar a un especialista en biotecnología, es importante saber bastante sobre el tema, para que las preguntas resulten interesantes.

Una vez realizada la entrevista, viene la tarea final, que es la edición. Luego de desgrabar la conversación, viene el momento de seleccionar cuáles son las mejores respuestas, los mejores tramos, aquellos que no pueden faltar, o aquellos que pueden desecharse sin que influyan en el resultado final.

El periodista deberá decidir si armará la entrevista en el formato pregunta- respuesta o elegirá la forma de un relato. Estas decisiones, junto con el orden de las repuestas –no es necesario que se respete el orden exacto de la entrevista—y la selección del título, son aspectos fundamentales, tanto como la redacción de las preguntas o la entrevista misma.

Para ampliar sobre el tema entrevista, se recomienda la lectura de:

HALPERÍN, Jorge “La entrevista periodística”, Paidós, Buenos Aires, 1995.

Gilio; María Esther “EmerGentes”, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1986

Por: Red de Escuelas Medias

domingo, 6 de marzo de 2011

El mito del "lead"

La conocida estructuración de la nota periodística exige un primer párrafo que responda a las preguntas  básicas de lugar, tiempo, sujeto de la acción y modo de la acción. Ese párrafo es llamado convencionalmente lead.

Esta estructura nos lleva al problema de qué precede a qué, ¿el huevo o la gallina?, pues supone la inexistencia de los antecedentes de los que trata la noticia o más bien la ilusión de una ausencia-presencia de éstos.

Al mejor estilo del Deus Absconditus (Dios Oculto) de Lutero, que plantea una divinidad que no está ahí y sin embargo lo está, el lead vela las circunstancias previas de una nota tal como el velo de la naturaleza visible cubre al dios revelatus-absconditus sustituyéndolo. Pero como Babieca dijo a Rocinante en las páginas previas de El Quijote: “metafísico estáis”, así que dejemos la teología a un lado y volvamos al lead.

Tres mitos de creación (el de Ovidio en sus Metamorfosis, del Génesis y del Popol Vuh) coinciden en que “al principio” no es que no hubiese nada, sino que todo estaba “mezclado” (significado verdadero de “caos”) y viene una divinidad y separa ese revoltijo preexistente: “arriba yo, abajo los hombres; arriba cielo, abajo tierra, etc.”. Antecedentes hasta en los mitos de creación. Pero, como hubiese dicho un Babieca anacrónico a Rocinante: “Cosmogónico estáis”, así que dejemos la mitología y volvamos a nuestros zapatos, es decir al lead.

En el Impresionismo se pone en escena la distancia del “punto de vista” respecto del lienzo. Lo que está en juego aquí, entonces, es una “irrealidad” que de lejos no parece tal (un cuadro impresionista de lejos se ve muy “fiel” a una representación de lo real, de cerca se aprecia que las formas se diluyen, se mezclan o se separan de manera imprecisa, con pinceladas deliberadamente mal disimuladas): anteponerse incluso en lo crudamente visible. Pero como diría un Babieca improbable a Rocinante: “¡pictórico estáis”, así que volvamos al lead.

La influencia en la historia de la literatura, la música, la filosofía, los discursos científicos, etc.  muestra que no hay “obra”, proposición o tesis  (lead en nuestro caso discursivo) que no tenga un ascendente del pasado, del que si no se hace mención lo demás realmente deviene incomprensible. Tal el problema del huevo o la gallina. Pero como diría un Babieca imposible a Rocinante: ¡avícola estáis, mi rocín, asaz medraríais en volviendo al lead!